Es 1985, la pantalla se apaga y la luz riega la sala del Teatro Ópera del modo en que lo haría un aspersor. “¡Qué extraordinario!”, le dice un periodista a otro. El hombre se refiere a Bring on the Night, la película sobre el génesis de la carrera solista de Sting y la grabación del álbum The Dream of the Blue Turtles. Para ese LP, el ex The Police convocó a músicos de jazz como Omar Hakim, Kenny Kirkland, Darryl Jones y Branford Marsalis. Machi Rufino, quien había sido bajista en Pappo’s Blues e Invisible, está sentado un par de butacas más allá y escucha la conversación. Decide, entonces, acercarse y contestarles:
–“Hace ocho años Spinetta hizo lo mismo [cuando sacó A 18′ del sol] y a ustedes les pareció una porquería”.
Los periodistas no le responden; se dan vuelta y se alejan mirando el piso.
“Si un señorito inglés, blanco y rubio lo hace, está todo bien. Es un pensamiento esnob: parece que lo que viene de afuera está buenísimo, pero lo que se hace acá no. Y la realidad es que Luis claramente era un genio”, sostiene Machi 31 años después de esa escena. Cuando el Flaco presentó A 18′ del sol con Banda Spinetta en el Teatro Coliseo en 1977 –con una guitarra blanca de doble mástil, un diapasón de seis cuerdas y otro de doce–, el sonido jazzero no fue bien recibido. Incluso, muchos se levantaban de sus asientos para retirarse. Otros tantos le gritaban: “¡Toca Muchacha!”. «Las críticas fueron tan duras como los tímpanos de los críticos», había dicho el Flaco, según el libro Spinetta. Crónicas e iluminaciones, de Eduardo Berti y Spinetta. Pero ahora, la gente lo acepta, lo aplaude. Machi es testigo de ambas situaciones: participó de la grabación del álbum, y desde hace un año, bajo el nombre de A 18 minutos, versiona el LP junto con el baterista Luis Ceravolo, el guitarrista Guillermo Arrom y el tecladista Álvaro Torres. El próximo 22 de octubre se presentarán en el ND Teatro.
“A 18′ del sol no tiene nada que ver con lo que Spinetta hizo antes ni con lo que hizo después. Al tener muchos elementos jazzísticos, por ser muy instrumental y por haber sido tocado poco en vivo, nos podemos dar el lujo de improvisar –explica Machi–. Tenemos mucha libertad para tocar, no estamos ceñidos a interpretar los temas como se hace en los homenajes. No hacemos covers ni tampoco es un tributo. Es una celebración de su obra. Cada uno de nosotros pone su propia inventiva y creatividad. Con otro disco no se podría hacer”.
El Flaco, el tecladista Diego Rapoport, el baterista Osvaldo López y Machi (“el único sobreviviente”) grabaron el álbum como si fuese una presentación en vivo: “Tocábamos cerquita uno del otro, no ailsamos los instrumentos y manteníamos contacto visual”. El propio Spinetta lo describió como “la mejor grabación” que hizo en toda su vida. En el texto de Berti, el compositor detalla: “(…) Todo salió con una gran fluidez. Temas difíciles como Telgopor o La eternidad imaginaria salieron en la primera toma, sin usar metrónomos”.
El álbum fue editado un año después del golpe del ’76 y el mismo año en que Invisible, en pleno pico de popularidad, se separó. “Estábamos para mucho más. Era el momento de salir del país y ver qué pasaba. Nos decían: ‘¡Ustedes están locos. No saben lo que han hecho!’. Éramos chicos, no teníamos la suficiente madruez, y quizás en algún momento te la llegás a creer… Me avergüenzo de eso”, asegura Machi. Pero no quedaron resquemores por los problemas entre los miembros de la banda: a los pocos meses, Machi estaba tocando con el Flaco nuevamente, y más tarde grabaron juntos Mondo di cromo (1983), La la la (1986) –con Fito Páez–, Téster de violencia (1988) y Fuego gris (1993).
El embrión del nuevo proyecto fue gestado por Luis Ceravolo, quien reclutó al resto de los músicos. “Obviamente no se puede estar toda la vida interpretando este material. En algún punto vamos a tener que parar. Pero le buscaremos la vuelta para seguir tocando juntos, quizás con composiciones propias”.