Cuando en algún fogón se escucha el famoso “Cantate una que sepamos todos”, no hay dudas. Sui Generis como respuesta a todo. Y ahí aparece: “Todos sabemos que fue un verano descalzo y rubio…”, “Quizás porqué / no soy un gran artista / puedo decir: ‘tu pintura está lista’ / y darte orgulloso este mamarracho”. Y tanto más. “Estación” y “Quizás porqué” son dos de las once canciones que integran Vida, el primer disco de Sui Generis que en febrero cumplió 50 años.
Es nada menos que el álbum debut de la carrera de Charly García junto a Nito Mestre, y el que daría un cimbronazo en el incipiente comienzo del llamado rock argentino, luego de la disolución de Almendra, Manal y Los Gatos. Sui Generis venía a inaugurar esa nueva generación de músicos cantando en
castellano, influenciada por las propias raíces y por el folk rock extranjero (James Taylor, Elton John y Joni Mitchell, entre otros).
Antes de esa histórica grabación, Sui venía creciendo en el boca en boca. Era una banda de siete miembros que luego pasó a ser cuarteto hasta que se consolidó como dúo. Pierre Bayona, el manager del grupo, fue el impulsor de aquella grabación iniciática. Antes, en el verano del ’72, les había conseguido unos shows en Mar del Plata, en el ciclo Recitales Beat en el Teatro Diagonal, junto a Litto Nebbia y otros artistas.
“Cuando los conocí eran un cuarteto, pero algunos se fueron yendo por una cosa u otra. El baterista era Paco Prati y el bajista era Rolando Fortich, cuyo padre era juez, y dejó el grupo cuando me vio fumando un porro. ¡Se asustó, agarró el equipo de bajo que tenía en el teatro y se volvió a Buenos Aires! Sin bajista, la formación de piano (García), flauta (Mestre) y batería no pegaba ni con cola, así que le dije a Paco que se acabó la batería y a los otros dos que tenían que salir como dúo. Esa noche, la gente por primera vez entendió las letras y lo que cantaban, que antes no se distinguía por la banda y el mal sonido de la época. El público entró a aplaudir. Aquellos shows fueron el primer hito en la carrera de Sui Generis”, recordó Pierre hace varios años en entrevista con la revista “La Mano”.
A esos shows le siguió, en Buenos Aires, un ciclo en el teatro ABC durante dos meses todos los fines de semana. Recordó Nito en el libro “No digas nada”, de Sergio Marchi: “Charly y yo nos íbamos a repartir los volantes a la calle y tratábamos de levantarnos minas. Les decíamos que vinieran al show, que no sabían lo que se iban a perder y que el día de mañana se iban a arrepentir si no venían. ¡Y tuvimos razón! Eso lo hacíamos todos los santos días”.
Este crecimiento envalentonó al “gordo” Pierre, quien convenció a Billy Bond y a Jorge Álvarez (quienes llevaban adelante el sello Talent, dependiente de Microfón) para que le tomaran una “audición” a Charly y Nito. Esa prueba bastó para que los contrataran. El Disco.
Vida consta de once canciones y dura poco más de 33 minutos. Se grabó en los estudios Phonalex del barrio de Belgrano, durante septiembre y octubre de 1972 y se editó en febrero de 1973. Norberto Orliac fue el técnico de sonido y fue catalogado con el número 369 de Microfón. La foto de tapa fue tomada en la vereda donde estaba el departamento de la familia García Moreno en la calle Vidt y la de contratapa desde el noveno piso del edificio. El fotógrafo fue el neoyorquino Eric Cato y el diseño de la portada estuvo a cargo de Jorge Alvarez.
Cuando lo grabaron, Charly y Nito -que se habían conocido en la escuela secundaria a la que ambos asistían, el Instituto Dámaso Centeno, en Caballito- tenían 21 y 20 años. En ese primer disco, las letras de García ya hablaban de la muerte, definían la relación sentimental que deseaban, pintaban personajes urbanos, eran románticas y entendían sobre el amor (“y descubrís que amar es más que una noche y juntos ver amanecer”) entre otras cuestiones. Hoy siguen siendo de una belleza, inocencia y profundidad inusitadas.
Cuando el disco se grababa, en octubre del ’72, en la revista Pelo salió una nota de una página titulada “El dúo acústico” donde Charly adelantaba: “En este LP hicimos lo que nosotros deseábamos: folk-rock y rock acústico. La temática del disco es muy concreta, no existe surrealismo alguno. Hay temas de amor, de nuestra ciudad, de sus clásicos personajes diarios. Musicalmente, para el que lo escuche, notará una semejanza en la melodía y en los arreglos con Elton John, creo que eso es lo que quería lograr sin perder nuestra esencia musical. Creo, en definitiva, que este álbum va a gustar, porque hemos logrado sonidos muy originales dentro del rock”.
Años después, hablaría sobre el origen de “Canción para mi muerte”, el tema inicial del álbum, en una entrevista realizada por Fernando Sánchez y Daniel Riera, y recopilada en el libro “García”: “Fue compuesta en el Hospital Militar una noche de verano, después de haber dado tres o cuatro vueltas corriendo por la terraza. Había tomado anfetaminas para simular un soplo al corazón y zafar de la colimba; esa noche decidí tomar un poco más y me agarró un ataque de speed. Tuve que salir afuera y correr. Cuando volví a la cama, mirando el techo, en un estado de soledad absoluta, pensé que me moría. Mejor dicho, sentí que me iba a morir. Agarré el lápiz y escribí la letra. Al rato, milagrosamente, me dormí y al otro día me acordé de la música que había pensado para esa letra y la escribí”.
Pese a que García y Mestre estaban firmes en sus convicciones (“por suerte, ni Nito ni yo transamos. Si no daba, no daba. No nos arengaban las ganas de ser famosos: a nosotros nos arengaban Los Beatles, y después Los Shakers y Los Gatos”) y en lo que querían registrar, la grabación no fue distendida. Mientras cantaban y tocaban sus temas, del otro lado de la pecera los observaban los músicos de La Pesada del Rock and Roll, con risas y burlas.
Recordó Nito en el portal Asteriscos.Tv sobre aquellos días: “Eran unos salvajes, y nosotros con Charly éramos muy inocentes, recién salíamos del colegio y ellos venían de hacer semejante lío en el Luna Park con el ‘Rompan todo’”. Más filoso, decía Charly: “En La Pesada, yo podía tocar en una mano (temas del grupo británico) Procol Harum porque sabía cosas que ellos no. Cuando hicimos Vida, se pasaban dos días sacando los temas, porque tenían más de tres tonos. Me verdugueaban, pero a la vez había un aguante. Yo para ellos era un blandengue y ellos eran duros”.
Ni bien salió Vida, se convirtió en un éxito. En palabras de Billy Bond, en el libro “Rock de Acá” de Ezequiel Ávalos: “Con Sui Generis acertamos, Sui Generis salvó a la compañía entera, salvó la Talent entera porque creo que vendió 80.000 ejemplares de ‘Vida’, y ahí se fueron despegando como locos”. Rápidamente llegaron los shows, cada vez más por fin de semana. El disco debut ya los consagraba como dúo y, en palabras de Mestre, “empezaba la vorágine”. Vendrían dos álbumes más: Confesiones de invierno (1973) y Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974) antes de la precoz disolución y multitudinaria despedida con dos funciones el mismo día en el Luna Park el 5 de septiembre de 1975 en el llamado Adiós Sui Generis. Empezaba ya otra historia.